El  mundo adolescente es similar a la semilla que contiene en sí todo el poder para su autoexpresión, dentro de un proceso expansivo que ya comenzó en la infancia.

El adolescente de hoy, como el de todos los tiempos, se encuentra sumergido en un mar de confusión y contradicciones, pero es a la vez brillante, un brillo que refleja que una vez tomó todo lo bueno que se le ofreció.

Y es que, cuando los adultos conectamos con la fuerza creativa del joven y lo acompañamos, con el paso del tiempo comprobamos que este reaccionó expandiéndose creativamente ante todo lo positivo que se hizo por él.

Como terapeuta, día a día compruebo que acompañar y escuchar activamente es el camino para comprender las reestructuraciones constantes que suceden en el joven, tanto física como mentalmente.

Intensamente pienso que en estos períodos de escucha y acompañamiento reside la clave que ayuda y sostiene a nuestros hijos en su proceso de crecimiento.