A lo largo del desarrollo del niño, su cerebro se configura y reconfigura constantemente, estimulado por las experiencias de su día a día.

Hoy, gracias a los estudios en neuro-plasticidad cerebral, se sabe que el cerebro es un órgano plástico, moldeable a lo largo de la vida, con períodos especialmente sensibles denominados ventanas de posibilidad.

Se ha comprobado que, si en estos períodos el niño experimenta experiencias estimulantes, se produce una reconfiguración de la red neuronal capaz de potenciar el desarrollo de la imaginación, la reflexión, la creatividad y la lógica.

Es realmente interesante comprobar que estos períodos pueden ampliarse mediante ejercicios sencillos y claros, con el objetivo de impulsar la capacidad de aprendizaje en el niño, más allá de las experiencias vividas.

Una parte esencial de mi modelo de trabajo es afianzar un saludable concepto de sí mismo en el niño y ampliar sus “ventanas de posibilidad”.

En mi consulta, padres, hijos y yo formamos un equipo fuerte y cohesionado en torno a un núcleo: la actitud constructiva. Y es a partir de esta actitud que se genera la atmósfera adecuada para que el niño progrese emocional, intelectual y socialmente de una forma integrada.

Meditación para niños

“El gran secreto es la imaginación controlada y una atención sostenida, firme y repetidamente enfocada en el objetivo a cumplir”

N. Goddard

Cuando un niño toma la actitud de ir hacia la vida con una idea concreta y precisa de a dónde quiere llegar, descubrirá que, gracias a que tomó el desafío de formular esta idea, intuirá qué hacer para conseguirla.

A través de la meditación es posible afianzar este descubrimiento y entrenar mentalmente al niño para desarrollar su confianza en sí mismo, y despertar su amor al trabajo, al estudio y al respeto por la vida.